Manipulaciones III: El banquete es la tercera pieza de una trilogía que se define como tal
por la utilización de un dispositivo de actuación común en las obras que la
componen. Dicho dispositivo se basa en la manipulación física, en sus distintas
variantes, de actores por actores.
Cuerpos
manipulados por otros cuerpos, a la manera de un trabajo con objetos o títeres,
donde el centro de gravedad y tensión se ubica siempre entre dos actores o más,
provocando una lógica del accionar que se corre de la individualidad. Desde un
punto de vista técnico, correrse de la individualidad performática es construir
un equilibrio que se organiza cuando el peso de un cuerpo está distribuido
entre el propio centro y uno -o varios apoyos (fuerzas opuestas) externos-
dadas por, al menos, otro cuerpo.
El diálogo
se instala en la esencia de la forma a través de la relación de fuerzas físicas
que operan entre dos o más cuerpos en contacto y no sólo se define a partir de
su instalación en el plano literario-verbal. La manipulación se constituye así
en el lenguaje-soporte para la actuación en donde se sitúan correspondencias
dramáticas (trabajo de las acciones- tensiones) antes de la aparición de las
mismas en cualquier otro plano dramatúrgico. El conflicto que define el teatro,
se emplaza en el sistema basal de la puesta a partir de un juego de fuerzas
variables.
El trabajo
sobre este dispositivo de actuación de manipulación se fue desarrollando y
transformando desde el inicio, a partir unas tímidas pruebas con el mismo en
mis clases del año 2006, hasta este presente como materia formal para las
obras. Las posibilidades y definiciones técnicas que posee, y que voy descubriendo
gracias al trabajo de mis actores, son muy variadas, y por lo tanto, están en
continua evolución.
Las obras que iniciaron la trilogía son: Bacantes
de Eurípides, estrenada en 2009 como resultado del proyecto de graduación de la
Licenciatura en Actuación del IUNA (Instituto Universitario
Nacional de Arte) y Manipulaciones
II: Tu cuna fue un conventillo, versión de Gastón Mazières del sainete
de Alberto Vaccarezza, estrenada oficialmente en abril de 2011.
Las tres piezas poseen un
“parecido de familia” pero definen su singularidad a partir de la relación entre este dispositivo de actuación
con la particularidad narrativa y temática de cada una de ellas.
En Bacantes
la estructura dramática de la obra se mantenía intacta pero estaba trabajada
desde una perspectiva crítica que señalaba el lugar de menor jerarquía social
de la mujer en el contexto de la Grecia antigua, su expresión en la Tragedia, y
su resonancia en el presente.
En esta
obra, el dispositivo de manipulación remitía conceptualmente a algunas
operaciones que se desprenden de la problemática de género, y técnicamente se
presentaba de forma donde la relación manipulador/ manipulado estaba claramente
definida.
En Manipulaciones
II: Tu cuna fue un conventillo, la puesta, basada en el sainete de A.
Vaccarezza, apuntaba, a partir de las
herramientas técnicas de manipulación, a poner en escena algunas evidencias
prácticas y conceptuales en torno a la circulación del poder en las relaciones
sociales presentes en dicho texto. Aquí, técnicamente hablando, la relación
manipulador/ manipulado estaba mucho más desdibujada y operaba con una calidad
de violencia mayor a la que podíamos apreciar en la pieza anterior.
Para Manipulaciones III: El banquete la
premisa técnico-conceptual general fue profundizar el desdibujamiento de la
relación manipulador/manipulado con el propósito de crear un sistema donde estos
roles no se establecieran con claridad para así construir un signo dinámico (y
crítico) del modelo dicotómico que ha ido moldeando, a lo largo de la historia
nacional, nuestra identidad socio-cultural. Al mismo tiempo, decidimos
construir una manipulación que operara solamente entre personajes, a diferencia
de las obras anteriores donde el manipulador aparecía, la mayor parte del
tiempo, como un actor-manipulador distanciado de esta idea, y por ultimo,
trabajar con relaciones de contacto físico muchos más intempestivas y breves
que en las obras anteriores, colocando de esta manera este lenguaje de base en
una posición mucho más esencial y menos expuesta en comparación con las dos
obras anteriores.
Este código de manipulación no es, ni ha sido, un
código ni una técnica cerrada para el desarrollo del trabajo de la compañía. Si
bien ha requerido un proceso técnico preciso y constante, esta premisa de
trabajo es una respuesta posible a la pregunta por el lenguaje en la actuación.
Una pregunta que ha signado y definido el trabajo de la compañía El Muererío
Teatro a lo largo de todos estos años. Una pregunta que sabemos no tiene una
respuesta definitiva, pero sí una fuerza
creativa invalorable.
Diego Starosta, julio de 2012
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