jueves, 23 de marzo de 2017

SUSTANCIA Y ACCIDENTE


 A propósito de la presentación del Odin Teatret en Buenos Aires en Marzo de 2017.*
 
El Odin Teatret como grupo, como enclave teatral o inclusive por fuera de las fronteras del arte escénico, es una anomalía. Un colectivo que desafía y ha desafiado siempre las teorías sociales más variadas sobre la labor en colaboración y el desarrollo de un grupo de personas en pos de objetivos precisos. Cincuenta y tres años de vida y una producción que supera, y en mucho, la labor meramente espectacular, son un tiempo y una tarea que impresionan; repito: una anomalía. Es una extravagancia también que tengan una historia de relación con nuestro país de más de 30 años, donde siempre han dejando una huella muy importante en cada generación con la que se relacionaron. Por supuesto estas anomalías no son producto del azar pero, por otro lado, las razones de esta presencia obstinada en el tiempo no son imitables ni reproducibles. No al menos en su mayoría. Por supuesto, la pequeña porción de esas razones que podemos ozar tomar, que nos han enriquecido, que aún lo hacen, alcanzarían para unas jornadas que podrían durar todo el año.
Mucha agua ha corrido ya bajo el puente, mucha información está disponible y no es mi intención aburrirlos y describir y repetir todos los aportes que este director y su grupo han hecho al teatro universal y a nuestro medio escénico en particular.  Y aunque así lo pretendiera, sería lógicamente imposible. Por eso mismo me gustaría resaltar solo un aspecto del legado que yo considero basal, además de un elemento central para pensar la actualidad de la relación del Odin con las nuevas generaciones.
Esta claro que el valor de todo lo elaborado con una artesanía impecable por este grupo, como ser espectáculos, demostraciones, trueques, talleres, ética de trabajo, escritos y aportes teóricos, modelo de organización, desarrollo económico, etc., es de una singularidad impresionante y ha sido siempre de un claro carácter político: el de un arte de lo colectivo.
Todo lo que el Odin produce y ha producido como consecuencia de esa “política”, yo lo observo en dos planos: sustancia y accidente, según terminología aristotélica, o si prefieren, esencia y superficie.
Podemos quedarnos sin ningún problema en la superficie, en el accidente y, como señalé más arriba, apreciar la singularidad de cada objeto elaborado por este grupo en sus diferentes soportes. De seguro, tendremos razones innegables para deleitarnos ya sea como espectadores, alumnos, lectores, investigadores, colaboradores, etc. Ahora bien, creo que es en el “atrás”, en las sustancias de esos objetos y de las acciones realizadas donde debemos mirar— por fuera de nuestro rol de espectadores—para aprehender y aprender algo que pueda enriquecer nuestro desarrollo particular en el contexto en el que nos desenvolvemos como artístas escénicos. Esto es, claro está, válido para cualquier circunstancia de aprendizaje. Siempre podemos observar y destilar algo de esta relación entre sustancia y accidente en los objetos con los que nos relacionamos. Sin embargo, creo que esa virtud de la mirada y de la razón es uno de los legados más potentes de Eugenio Barba y su grupo. En sus espectáculos, en sus demostraciones, en sus escritos, en los diferentes y variados ejercicios del training de sus actores, en sus acciones para la comunidad, en sus conferencias, y sigue la lista, siempre se puede recibir una sutil y potente brisa que está por detrás de la primera impresión. Un saber levemente escondido, que como en una buena pieza de teatro o en el desempeño atractivo de un actor, es lo que nos mantiene en vilo, gloriosamente inquietos y nos impulsa a emanciparnos de la pasividad.
Podemos copiar sus espectáculos, realizar sin parar sus ejercicios, repetir como loritos sus textos e intentar copiar su modo de organización, pero si no pensamos y no intentamos escudriñar lo que está por detrás, solo vamos a producir y re-producir gestos vacíos. Lo importante, repito, es que este principio se encuentra en lo que este director y su grupo teatral transmiten y han transmitido durante décadas. Me arriesgo a decir que es de lo más valioso y objetivo de su transmisión porque supera los conceptos de gusto, o de empatía o incluso de ética y de ideología. Pensemos sino en la “técnica de las técnicas” o en el “aprender a aprender” descrito por Barba, solo por citar algunos conceptos.
Muchos malos entendidos se han producido, creo yo, a lo largo de tantos años con las propuestas y con el conocimiento transmitido por el Odin Teatret como resultado de navegar solo en la “superficie”. Por ejemplo la idea de que existe un “teatro antropológico” o que existe una técnica barbeana, o que por practicar tal o cual ejercicio uno practica una forma particular de teatro. A pesar de que estos malentendidos pueden ser una consecuencia inevitable en la difusión de saberes, como ocurrió también con Stanislavsky, Meyerhold, Brecht o incluso con Ricardo Bartís más acá, no creo que haya que dejar de señalarlo.
Es por eso que tiene un sentido primordial rescatar este valor de la esencia por sobre el accidente presente en el legado del Odin, puesto que potencia la relación entre el saber de quien transmite y el saber de quien recibe. Propicia que la acumulación de experiencia de los maestros siga viviendo en el desarrollo singular de las siguientes generaciones y no en una repetición ciega que no hace más que distorsionar negativamente ese saber.
El Odin nos ofrece, y nos ha ofrecido siempre, belleza en la superficie y saber en la esencia. Deleitémonos con la belleza y aprendamos de la esencia. Invertir estos factores, creo yo, es destruir el legado y su presente.

Diego Starosta*
Buenos Aires, Marzo de 2017 


*Este texto fue presentado en el cierre de las Jornadas pedagógicas del Odin Teatret para alumnos y docentes de instituciones públicas de formación escénica.
Centro Cultural Recoleta de la Ciudad de Buenos Aires.
20, 21 y 22 de marzo de 2017.

*Diego Starosta es actor, director y pedagogo. Fundador y director de la Compañía El Muererío Teatro.
info@elmuererioteatro.com
www.elmuererioteatro.com