domingo, 1 de noviembre de 2009

SOBRE EL BOXEO


Si un combate de boxeo- obra de teatro- es una historia, es siempre una historia caprichosa, una en la que cualquier cosa puede suceder. Y en cuestión de segundos. ¡En fracciones de segundos! Que el combate de boxeo- obra de teatro- sea una historia sin palabras- cotidianas- no significa que no tenga texto ni lenguaje, que sea de algún modo bruta, primitiva, inarticulada. Ocurre que el texto se improvisa- se construye- en la acción; el lenguaje es un diálogo de la más refinada especie entre los boxeadores- actores- ( Podría decirse que tan neurológico como psicológico: Un diálogo de reflejos detonados en fracciones de segundos) en una respuesta conjunta a la misteriosa voluntad del público, que es siempre que el combate valga la pena para que la cruda parafernalia del escenario- cuadrilátero, luces, cuerdas, la lona manchada- quede borrada, olvidada. En el boxeo como en el teatro, el escenario queda borrado, idealmente, mediante la acción trascendente. Siempre me atrajo el boxeo. Antes de comenzar mi camino como hombre de teatro, lo practicaba. Algunos años después, comencé a utilizar esos conocimientos pugilísticos en mi entrenamiento como actor, con el fin de adquirir nuevos elementos y dinámicas para mi trabajo. En este sentido encontré en el boxeo una ejercitación casi fundamental para cualquier actor. Dos principios importantes para la actuación que encontramos en el boxeo son, dicho en breves palabras: Reacción. Un boxeador, básicamente, reacciona a su oponente así como un actor más que accionar construye cadenas o secuencias de reacciones; y Precisión. Para ser eficaz en su tarea de atingir a su oponente, un boxeador, debe ser preciso en sus acciones y desplazamientos como un actor debe serlo para que sus acciones sean creíbles, reales (no realistas), orgánicas. Esto en cuanto a su sentido más práctico o técnico, pero como inicié este punto, siempre me atrajo el boxeo como hecho general, como mundo en particular. Esta atracción por el arte de los puños no significa una toma de postura a favor o en contra del mismo. No me pregunto si es bueno o es malo. Ni tampoco es éste el punto que aquí estoy tratando. Simplemente me atrae desde hace ya mucho tiempo y ha sido una elección arbitraria convertirlo en material y herramienta para construir un espectáculo teatral. Pero valen las aclaraciones pues el boxeo es, sin duda, una de esas actividades del ser humano que alberga varias paradojas, un hecho que encierra más preguntas que respuestas en cuanto a su pertenencia al mundo del ser humano civilizado; y es una tarea indudablemente compleja hallar esas respuestas. A pesar de que en una primera instancia la elección fue arbitraria y personal, toda esa complejidad y universalidad de este mundo único, cerrado y autorreferencial, toda su paradoja, no tuvo otro destino que el de volcarse en favor de la construcción del espectáculo. Es decir, no fue sólo su técnica la que transmutó en dinámicas para los actores y formas para ésta puesta, sino que en su ambigüedad y complejidad, en sus características culturales y filosóficas, encontré analogías para narrar mi historia. En el cuadrilátero los luchadores están sujetos al tiempo, pero la lucha en sí es atemporal. En cierto sentido se convierte en todas las luchas del mismo modo que los boxeadores podrían ser todos los hombres. El tiempo, al igual que la posibilidad de muerte, es el adversario invisible con el cual los boxeadores- y los seres humanos en general- se enfrentan. LA BOXE es una metáfora pugilística de la vida, una danza de enfrentamientos que utiliza el boxeo como herramienta básica y fundacional para narrar el transitar del hombre en su camino de gloria y decepción, de carencias y alegrías, de frustraciones y conquistas.

Diego Starosta, Abril de 2000

Este texto fue escrito en el proceso de creación de la obra La Boxe estrenada el 14 de abril del año 2000 en el Teatro de la Luna (actual Teatro del Abasto)


Ficha técnica


Actuación: Federico Figueroa, Edgardo Radetic, Julián Romera y Diego Starosta.
Música y diseño sonoro:
Federico Figueroa y Edgardo Radetic.

Operación Técnica de escena:
Edgardo Radetic.

Asistencia:
Ariel Divone/ Estanislao Sánchez.

Diseño y realización dispositivo escénico:
El Muererío Teatro/ Duilio Della Pittima.

Diseño y realización de vestuario:
Gabriela Lamberti.

Dramaturgia y dirección general:
Diego Starosta.

Producción general:
El Muererío Teatro

Representada en Buenos Aires, Mar del Plata y La Plata- Pcia. De Buenos Aires y en Paso de los Libres- Pcia. de Corrientes.
Diego Starosta, Abril de 2000

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